El 8 de diciembre de 1980 fue un día gris para la música. Hace cuarenta años ocurría el deceso del ex Beatle, John Lennon y con ello, comenzaría la interrogante, ¿quién lo asesinó? y ¿por qué?

Por Javiera Sánchez
El autor de los cinco disparos hacia Lennon fue Mark Chapman, quien desde la mañana del ocho de diciembre esperaba al cantante a la entrada del hotel Dakota en la ciudad de Nueva York, donde se hospedaba junto a su esposa Yoko Ono. La pareja salió temprano por asuntos musicales y mientras caminaban hacia su limusina fueron rodeados de fans, entre ellos Chapman. El cantante le firmó un autógrafo a quien más tarde se convertiría en su peor pesadilla.
Aproximadamente a las 22:50, Lennon y Ono regresaron al hotel y mientras iban caminando, apareció Chapman con un revólver dando cinco disparos al cantante. Fue condenado a 20 años de cárcel y con posibilidad de cadena perpetua revisable. Hasta la fecha ha pedido 11 veces la libertad condicional, pero todas han sido denegadas por considerarse un peligro para la sociedad.

Rodrigo Ulloa, periodista musical, con respecto al deceso de Lennon, explica que, “su muerte acabó con un legado activo y con un músico que se estaba volviendo activista. Su asesinato significó un magnicidio y nos privó de escuchar música nueva”.
Muchas son las entrevistas que ha recibido Mark Chapman y en cada una de estas, se le ha preguntado por qué asesinó a John Lennon. “Lo maté por gloria personal”, confesó este año a la cadena de televisión BBC News. Actualmente, a sus 65 años dice estar arrepentido.
Cuando era pequeño, Chapman sufría violencia intrafamiliar por parte de su padre y luego en la adolescencia comenzó a ingerir drogas de todo tipo y desarrolló un fanatismo por Los Beatles y el cristianismo. Debido a su participación en la religión, trabajó como consejero en campamentos cristianos donde lo nombraban como un tipo excepcional.
Con el paso del tiempo comenzó a tener pensamientos suicidas, por lo que en 1977 intentó atentar contra su vida con envenenamiento de monóxido de carbono y más tarde, fue internado en el Castle Memorial Hospital por depresión. Todo esto fue avanzando y ya cerca de 1980, desarrolló una serie de obsesiones que incluían el fanatismo por el cantante John Lennon. De hecho, escuchaba voces y le escribió una carta a una amiga afirmando que se estaba volviendo loco.
En octubre de 1980, Chapman estaba decidido a asesinar a Lennon, e incluso viajó hasta la ciudad donde se encontraba el cantante, pero se arrepintió. Sin embargo, esto solo le duró unos meses, porque en diciembre volvió resignado a concretar su crimen.
Un día antes del asesinato, Mark Chapman interceptó al cantante James Taylor, quien se hospedaba al lado del hotel Dakota, “su asesino me había visto en la estación de metro, me inmovilizó a la pared, humedecido de un sudor maníaco y trató de hablar en un discurso extraño sobre lo que iba a hacer y cómo iba a ponerse en contacto con John Lennon. Fue surrealista tener contacto con el tipo 24 horas antes de que disparara a John”, dijo en una entrevista para la BBC.
Los últimos cuarenta años, Mark Chapman los ha pasado recluido en la prisión de Wende, Nueva York, donde lo han atendido muchos especialistas mentales y de los seis que trabajan con él, cinco concluyeron que padece de esquizofrenia paranoide y otro dijo que es un maniaco depresivo.

Hoy rechaza ser un peligro para la sociedad y afirma haber encontrado la paz en Dios. En la cárcel, su conviviencia con los reos es restringida y a veces recibe la visita de su esposa, e incluso cartas sobre el dolor que provocó a todo el mundo por el asesinato a John Lennon.
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